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Desde un jardín de hierbas aromáticas en el balcón, hasta tu primer gran proyecto de jardinería. La jardinería es una forma estupenda de reducir el estrés y mejorar el estado de ánimo, al mismo tiempo que se reciben grandes dosis de vitamina D. Aprender los conceptos básicos es una excelente manera de empezar y por ello hemos creado esta guía práctica para el jardinero principiante.
Aquí encontrarás algunos conocimientos básicos para cultivar con confianza, incluida la forma de evaluar el jardín, tanto bajo el suelo como sobre el mismo. Trataremos los conceptos fundamentales del suelo, la luz solar y la humedad para ayudarte a elegir las plantas adecuadas para macizos y bordes.
El suelo idóneo
Es importante conocer el pH del suelo antes de empezar a plantar. Las distintas plantas prefieren diferentes tipos de suelo y el pH incorrecto puede se la causa de ciertas enfermedades y de que la planta no se desarrolle como es debido.
Puedes determinar el pH del suelo realizando una prueba sencilla. En viveros y centros de jardinería encontrarás infinidad de kits de prueba para hacerlo tú mismo, pero también puedes enviar una muestra a un laboratorio si quieres obtener resultados más precisos.
El pH neutro es 7,0. Cualquier resultado por debajo de esta cifra indica un suelo ácido y los resultados por encima de este número significan que el suelo es más alcalino.
Puedes mejorar el estado del suelo con cal (para aumentar el pH) o con compost o estiércol de calidad (para acidificar el suelo). Con estos sencillos ajustes podrás plantar una variedad de flora mucho más amplia.
Buenos días, sol
Todos sabemos que las plantas necesitan sol para sobrevivir, pero ¿sabías que algunas plantas, como la lavanda y la milenrama, necesitan más luz solar que otras?
Por lo general, los jardines orientados al sur reciben la mayor cantidad de sol y los orientados al norte son más sombríos. Puedes usar una brújula para conocer la posición exacta del jardín.
Las condiciones de luz también cambian según la hora del día y la temporada, por lo que merece la pena pasar un tiempo al aire libre para entender tu espacio.
Una agradable brisa
La exposición del jardín a los elementos afectará a las plantas que puedas cultivar. Las campanillas de invierno, por ejemplo, crecen muy bien a plena sombra, mientras que la lavanda necesita luz solar directa.
En general, los huertos urbanos suelen estar más protegidos y son ligeramente más cálidos que los de las zonas rurales. Del mismo modo, los jardines en la costa o en la cima de una colina tienden a estar más expuestos al viento que los del interior o los situados en valles.
Conoce las distintas condiciones climáticas y las diferencias de temperatura en tu jardín en varios momentos del día. Observa las áreas de luz y sombra. Y pasa tiempo en el exterior para determinar la exposición al viento, la lluvia y el sol.
Durante los meses más fríos, es posible que encuentres zonas que permanezcan heladas en las partes más sombrías del jardín. Si encuentra estas zonas heladas, intenta cultivar en ellas plantas resistentes, como los geranios Rozanne y Rosemoor.
Agua para calmar la sed
El agua es esencial para la fotosíntesis (creación de energía) y el aporte de nutrientes esenciales desde el suelo hasta las raíces de las plantas, pero en ocasiones su exceso puede ser contraproducente.
Si vives en un lugar con precipitaciones especialmente altas o bajas, tendrás que elegir las plantas en consecuencia.
La dirección de tu jardín también afecta los niveles de humedad, siendo los bordes orientados al sur los más secos.
Es bastante fácil saber el nivel de humedad del suelo: simplemente toca el suelo y observa qué plantas crecen mejor en diferentes lugares.
